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La motivación en la enseñanza de idiomas: Teacher’s edition

  • Foto del escritor: @eltichersito
    @eltichersito
  • 2 sept
  • 6 Min. de lectura

Hace algún tiempo escribí un artículo sobre la motivación en el aprendizaje de idiomas que abordaba la cuestión, sobre todo, desde la perspectiva de los estudiantes.


Sin embargo, hay un aspecto igualmente decisivo que a veces se pasa por alto: la motivación de los profesores.


En este artículo, exploraremos cómo la motivación docente impacta directamente en la motivación estudiantil, qué factores influyen en la motivación de los profesores y qué estrategias podemos aplicar para mantenerla viva en contextos frecuentemente exigentes y desfavorables.


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La motivación docente: un elemento central

Como subraya Dörnyei y Kubanyiova (2013), los profesores no solo transmiten conocimiento: son modelos vivos de motivación. Su propio entusiasmo, compromiso y energía se reflejan en las actitudes y conductas de los estudiantes. La motivación de uno, está estrechamente ligada a la motivación del otro.


Podemos decir, entonces, que un profesor motivado crea el clima de clase propicio para que florezca la motivación estudiantil. La enseñanza no es neutra: el tono emocional que trae el docente cada día a clase influye tanto como su competencia lingüística o los recursos pedagógicos que implementa.


Factores que influyen en la motivación de los profesores

La investigación científica en el tema ha identificado múltiples variables que afectan la motivación docente en el aula de idiomas:


  • Factores internos: pasión por las lenguas, deseo de transmitir cultura, satisfacción por ver el progreso de los estudiantes.

  • Factores externos: condiciones institucionales, reconocimiento profesional, carga laboral, remuneración justa.

  • Factores relacionales: calidad de las interacciones con los estudiantes, apoyo entre colegas, pertenencia a una comunidad profesional.


Berdal-Masuy (2021) insiste en que, al igual que para los estudiantes, la motivación docente es un proceso dinámico, fluctuante e influido por múltiples dimensiones. No basta con “estar motivado”, es necesario alimentar y renovar constantemente (y conscientemente) esa motivación.


Estrategias para sostener la motivación en la enseñanza

La literatura y la práctica docente (según las conversaciones que he tenido con mis colegas) coinciden en varias estrategias que permiten mantener encendida la chispa de enseñar idiomas:


  1. Recordar el propósito profundo de enseñar

Más allá de estructuras lingüísticas y certificaciones, se trata de abrir horizontes culturales y personales para los estudiantes, contribuir a la preparación de ciudadanos del mundo. Conectar con esta visión mayor ayuda a reconfortarse en momentos de desgaste. Algo que a mí me funciona mucho en los días grises es ver películas inspiradoras sobre ser profesor, por ejemplo, La sonrisa de la Mona Lisa o La sociedad de los poetas muertos.


  1. Diseñar clases motivadoras también para nosotros

Si las actividades resultan repetitivas o poco inspiradoras para el profesor, difícilmente lo serán para el estudiante. Favre (2012) señala que evitar la “desmotivación institucionalizada” requiere creatividad y autonomía pedagógica. Desde mi experiencia, es importante apropiarse un método pedagógico de base con el que nos sintamos cómodos, sustentado por una lógica cognitiva sólida, y a partir de ahí echar a volar la imaginación al momento de concebir nuestras propuestas didácticas.


  1. Celebrar pequeños logros docentes

Para lograr metas primero hay que plantearlas. De este modo, es imprescindible que nosotros como profesores tengamos claro el nivel de llegada de nuestros estudiantes para así definir objetivos realistas, alcanzables y medibles. Saber en donde estamos y a donde queremos llegar es la base de toda ruta de enseñanza-aprendizaje. Lo anterior nos permitirá reconocer avances, incluso modestos (una clase que salió mejor, un estudiante que participó más), y reforzará ese sentido de eficacia personal (Bandura, 2003).


  1. Crear comunidades de apoyo

Compartir experiencias y recursos con otros colegas reduce el aislamiento y aporta nuevas perspectivas. Iniciativas colectivas, como bases de datos de actividades o talleres de formación de pares, multiplican la energía motivacional.


Por cierto, pequeño comercial, tengo un club para profesores de idiomas y nos reunimos una vez al mes para hablar sobre diferentes temas de nuestra profesión. Si te interesa participar escríbeme un mail o por Instagram ;)


  1. Capacitarse

No hay nada que me motive más como profe como asistir a un buen curso, taller, seminario o formación en pedagogía o didáctica de lenguas. Las neurociencias avanzan a pasos agigantados y es importantísimo estar al día con lo que sucede en términos de aprendizaje de idiomas, sobre todo con la inteligencia artificial que nos pisa los talones. La actualización docente es, o debería ser, permanente. Ir a eventos pedagógicos permite conectar con otros expertos del campo y descubrir nuevas ideas y formas de enseñar que pueden inspirar nuestras prácticas en el aula.


  1. Cuidar el bienestar personal

La motivación de un profesor no se sostiene sin un equilibrio vital que permita descansar, disfrutar de intereses personales y evitar el burnout. El sistema educativo, las escuelas privadas o los contextos de enseñanza nacionales pueden llegar a ser extremadamente agobiantes. Por ello es necesario apartar un tiempo para sí mismo, parar y desconectarse de la profesión de vez en cuando. Recordar siempre que somos seres humanos antes que profesores de idiomas. Nuestro bienestar es innegociable.

 

El círculo virtuoso de la motivación

Una idea transversal en todos los estudios es que la motivación docente y la estudiantil forman un círculo virtuoso:


  • Profesores motivados → crean un clima positivo, generan actividades dinámicas → los estudiantes se sienten motivados.


  • Estudiantes motivados → participan más, progresan → el profesor siente satisfacción y refuerza su propia motivación.


El desafío es iniciar y mantener ese círculo, sobre todo en contextos difíciles donde los estudiantes llegan desmotivados o las instituciones imponen condiciones limitantes.


Un aspecto sensible que surgió en varios estudios (p. ej. French, 2022) es la resiliencia docente: cómo mantener la motivación en entornos institucionales que a veces carecen de recursos o reconocimiento.


Aquí, la recomendación es reapropiarse de la enseñanza como un espacio creativo y humano, más allá de los límites del sistema. En palabras de Hilton (2022), se trata de convertir el aula en un laboratorio de motivación, donde el profesor también aprende, experimenta y se renueva. Para mí, se trata de un enfoque humano, en el que nos enfocamos voluntariamente en lo que sí hay. Partir de lo que sí tenemos, de lo que sí queremos, de lo que sí somos capaces de alcanzar con lo que hay.

 

Adaptar la motivación a diferentes contextos

No existe una receta única. La motivación en la enseñanza debe adaptarse al contexto:


  • En jóvenes: el humor, la creatividad y las dinámicas lúdicas favorecen tanto a los alumnos como al profesor, que encuentra placer en la interacción.

  • En adultos: mostrar la relevancia profesional, humana, cultural y vital del idioma retroalimenta la motivación de enseñar, al percibir un impacto tangible en la vida de los estudiantes.

  • En niveles iniciales: los progresos rápidos motivan a los alumnos y refuerzan en el profesor la satisfacción de acompañar esos primeros pasos.

  • En niveles avanzados: los proyectos complejos y auténticos mantienen desafiados tanto a estudiantes como a docentes.

 

Conclusión: cuidar la motivación de quienes enseñan

Si en el artículo anterior vimos que la motivación es el corazón del aprendizaje de idiomas, hoy podemos afirmar que la motivación docente es el pulso que hace latir ese corazón.

Cuidar nuestra propia motivación no es un lujo, es una responsabilidad pedagógica: solo un profesor que mantiene viva su pasión puede encender la chispa en sus estudiantes.

La buena noticia es que, como muestran los estudios, la motivación es un recurso renovable: se alimenta con pequeños gestos cotidianos, con creatividad, con apoyo mutuo y con la convicción de que enseñar una lengua es mucho más que transmitir palabras: es abrir caminos hacia nuevas formas de pensar y de vivir.


Referencias bibliográficas

Bandura, A. (2003). Auto-efficacité, le sentiment d’efficacité personnelle. Bruxelles: De Boeck.


Berdal-Masuy, F. (2021). Chapitre 17. La motivation ou comment (se) motiver quand on apprend une langue étrangère ? Dans P. Leclercq (éd.), Introduction à l’acquisition des langues étrangères (pp. 297-313). Louvain-la-Neuve: De Boeck Supérieur. https://doi.org/10.3917/dbu.lecle.2021.01.0297


Dörnyei, Z., & Kubanyiova, M. (2013). Motivating Learners, Motivating Teachers. Building Vision in the Language Classroom. Cambridge: Cambridge University Press.


Favre, D. (2012). Cessons de démotiver les élèves : 18 clés pour favoriser l'apprentissage. Paris: ESF.


French, L. (2022). Motivation in Language Learning and the Role of Teachers in Motivating Students and Promoting Learner Self-motivation. Journal of Applied Linguistics and Language Research, 9(3), 45-60.


Hilton, H. (2022). Enseigner les langues avec l’apport des sciences cognitives. Hachette.

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